Queridas Familias: Este es el cuento que disfrutamos hoy en sala azul. La idea es que puedan volver a leerlo en casa y luego de eso, elijan a uno de los personajes para realizar una máscara del mismo. El viernes 22 las usaremos para dramatizar el cuento.
Los tres cerditos y el Lobo
Había una vez
tres cerditos que eran hermanos y vivían en el bosque.
El más grande les dijo a sus hermanos que
sería bueno que se pusieran a construir sus propias casas para estar
protegidos. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron manos a
la obra. Cada uno construyó su casita.
- La mía será de paja - dijo el más pequeño-,
la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y
podré ir a jugar.
El hermano
mediano decidió que su casa sería de madera: - Puedo encontrar un montón de
madera por los alrededores. Construiré mi casa en un santiamén con todos estos
troncos y me iré también a jugar.
El hermano
mayor decidió hacerla de ladrillos.
Cuando las
tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la
puerta, felices por haber terminado. Juntos cantaban: -¡Quién teme al Lobo
Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Pero en ese
instante, de atrás de un árbol grande apareció el lobo, rugiendo de hambre y
gritando: - Cerditos, ¡me los voy a comer!
Cada uno se
escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se
encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló: -
¡Cerdito, ábreme la puerta! - No, no, no, no te voy a abrir. - Pues si no me
abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y sopló con
todas sus fuerzas, sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo.
El cerdito
pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano
mediano. - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo
Feroz, al Lobo Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos.
De nuevo el
Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la
puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo: - ¡Cerditos, ábranme la puerta! -
No, no, no, no te vamos a abrir. - Pues si no me abren... ¡Soplaré y soplaré y
la casita derribaré!
Y el Lobo
sopló y sopló… La madera crujió, las paredes cayeron y los dos cerditos
corrieron a refugiarse en la casa de ladrillos de su hermano mayor. - ¡Quién
teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo
Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos.
El lobo estaba
realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos
más que nunca, y frente a la puerta dijo: - ¡Cerditos, ábranme la puerta! - No,
no, no, no te vamos a abrir. - Pues si no me abren... ¡Soplaré y soplaré y la
casita derribaré!
Y se puso a
soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la casita de
ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar por la
pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero
donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Quemado y con el
estómago vacío salió huyendo hacia el lago y los cerditos no lo volvieron a
ver. Contentos continuaron cantando: - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al
Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
…FIN…